Salir y hacer
El programa de diseño y construcción de Taller KEN lleva arquitectos jóvenes a ciudades latinoamericanas.
Gregory Melitonov de Taller KEN es un ganador del 2019 League Prize.
Gregory Melitonov vive en nueva York pero Taller KEN, la firma que cofundó en el 2013, también tiene oficinas en Guatemala y Costa Rica. Ines Guzman, la co-directora de la firma, vivió en ambos países mientras crecía. Melitonov y Guzman han dirigido un programa de diseño y construcción que trae jóvenes de alrededor del mundo a Latinoamérica en busca de oportunidades para crear infraestructura social en ambientes urbanos complejos.
Catarina Flaksman de The Architectural League habló con Melitonov acerca de esta iniciativa.
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¿Cómo comenzó el proyecto de construcción y diseño?
En el 2016 recibimos un premio AIANY New Practices Award y de repente nos vimos bombardeados por aplicaciones de trabajo viniendo desde todas partes del mundo. Nos encontramos con el problema de no tener suficientes proyectos para emplear tanto talento y nos dimos cuenta que leer las 10 a 20 aplicaciones que nos estaban llegando a diario sería un esfuerzo enorme. Entonces decidimos poner este problema de cabeza ¿Qué pasaría si aceptáramos a todos los aplicantes?
Decidimos convertirlo en una convocatoria abierta: todos aquellos dispuestos a venir a la Ciudad de Guatemala durante tres meses podrían unirse a nosotros y construiriamos algo. Sabíamos que si reunimos toda esa energía y ese talento en un mismo lugar se podrían hacer cosas interesantes.
El programa opera mediante donaciones y compañías patrocinadoras que proveen los bienes y servicios. En los tres meses llevamos un proyecto desde su concepción hasta su fin y los participantes ven todos los aspectos del mismo, incluyendo las presentaciones a los patrocinadores y la creación de material publicitario. La parte central siento el diseño y la construcción del proyecto, de la mano de expertos locales.
Una de las grandes metas del programa es el conocimiento de construcción. A menudo las escuelas de arquitectura se enfocan en la teoría o el campo digital y no le enseñan a sus estudiantes los componentes básicos de la construcción. Tenemos participantes que nunca antes han usado un taladro o un martillo. Aportarles este conocimiento es muy importante.
¿Están trabajando en algún proyecto para este verano?
Estamos planeando la tercera versión en San José, Costa Rica. El lugar que escogimos es la intersección entre una vía de agua y un ferrocarril. Queremos estudiar cómo diferentes capas de infraestructura urbana, ya sean construidas o naturales, se juntan. Debido a que Costa Rica tiene la economía más fuerte y estable de la región hay muchos inmigrantes de Nicaragua que vienen a trabajar aquí, lo cual ha creado muchas tensiones sociales. En estas zonas al borde de la infraestructura de la ciudad se encuentran barrios informales. Entonces vamos a lidiar con temas de infraestructura, ecología y dinámicas sociales.
Estamos reuniendo a un grupo de participantes de gran diversidad. Vienen de India, Haití, Tunisia, Turquía, Canadá, Italia, Francia y los Estados Unidos. Costa Rica es un destino turístico por sus atractivos naturales. Nosotros estamos trayendo a los participantes a la ciudad capital, que tiende a ser visitada solo de paso. Entonces, traer a este grupo de estudiantes de universidades prestigiosas alrededor del mundo a un lugar ignorado es en sí una manera de combatir los estereotipos de Centro América.
El grupo central de 10 a 12 participantes desarrolla el proyecto, pero, en su construcción participan también estudiantes de arquitectura de universidades locales. Terminamos teniendo alrededor de 30 personas en el lugar y se convierte en un ciclo de retroalimentación entre lo local y extranjero. Los estudiantes de afuera pueden creer que saben más que los locales y los locales más que los extranjeros pero apenas comienza el proyecto estos prejuicios se desmienten. Todos se dan cuenta de que sus habilidades se ven complementadas por otros conocimientos.
¿Son los proyectos siempre intervenciones temporales?
No. Los dos programas que hemos dirigido hasta ahora se encuentran en lugares opuestos del espectro.
El programa de Playa Chomo fue un pabellón en el centro histórico de Guatemala, en la base del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias (CCMAA), un edificio que forma parte del legado de arquitectura moderna en la ciudad. Efraín Recinos, seguidor de Le Corbusier, diseñó este teatro nacional. Pero pertenece a una zona donde se encuentra también el museo militar, controlado por la Junta Militar de Guatemala. Hay sin duda muchas áreas grises frente a cómo se utilizan los fondos destinados al mantenimiento de este parque, zona verde y teatro.
La idea de la instalación fue traer atención a una zona verde subutilizada en la mitad de una ciudad caótica. Queríamos también llamar la atención a este tesoro arquitectónico que está comenzando a caer en el abandono. Situamos el proyecto en un parqueadero que no se estaba utilizando, pero una de las condiciones para realizarlo fue que fuera temporal.
Por encima de generar conocimiento sobre el CCMAA, el proyecto no tenía un propósito diferente a ser un vehículo para el programa de pasantías. Pero, alguien que conocimos mientras realizamos el proyecto terminó utilizando el espacio para realizar actividades con un grupo de huérfanos cada sábado. Venían malabaristas, músicos y demás. Realmente se convirtió en un lugar que creaba comunidad, pero después de algunos meses fue desmontado.
Al año siguiente pensamos que toda esta inversión y energía debía ser reconsiderada: ¿No sería mejor poner el esfuerzo en un proyecto permanent?
Comenzamos a trabajar con el Barrio Gerona, considerado uno de los más peligrosos de la Ciudad de Guatemala. Se encuentra muy cerca a una zona rosa que está adjunta a una vía de tren en desuso, que ahora frecuentan los peatones de manera informal. Entonces, de nuevo, identificamos una pieza de infraestructura urbana que no estaba siendo utilizada. Esta línea de tren atraviesa el centro de la ciudad y se ha convertido casi en una zona verde.
En un área encontramos un depósito ferroviario con un espacio verde que estaba siendo utilizado como un parqueadero durante el día, con mucho movimiento y ruido. Durante la noche quedaba en desuso, convirtiéndose en un lugar sin ojos peligroso.
También había problemas financieros delicados. Esta tierra le pertenece a la compañía de tren, que le pertenece al gobierno, pero el espacio estaba siendo usado como un parqueadero privado.
Terminamos haciendo un plan maestro para el área y comenzando con la primera fase, que involucraba la excavación de las vías del tren, llenarlas de gravilla para preservarlas, y luego hacer paisajismo para un barrio adjunto a este espacio abierto.
La primera fase del proyecto involucró mucho paisajismo e hicimos un gran esfuerzo por involucrar a los residentes del barrio. Trabajamos para conseguir su colaboración en la ejecución de la primera fase del desarrollo, trayendo a la mesa la mayor cantidad posible de participantes para evaluar qué estaba sucediendo con esta tierra. ¿A quién pertenece en realidad? ¿A la persona del parqueadero que ha logrado llevar a cabo este negocio en ella? ¿A los residentes del barrio? ¿O es sólo tierra pública? y de ser así ¿Qué significa esto?
En términos de la construcción concreta del Barrio Gerona, toda la tierra que fue excavada para descubrir los rieles se utilizó en la construcción de bancas y lechos de plantas utilizando la táctica de superadobe. Realizamos construcciones con la tierra y luego las recubrimos de concreto para hacerlo realmente permanente.
Este proyecto fue muy diferente a Playa Chomo en cuestiones de su duración. El impacto visual que tenía era muy pequeño pero más duradero, y esperamos que lleve a más integración de la comunidad.
Además, en este caso, un grupo de jóvenes Guatemalenses de una colaborativa de arte llamada Happy People tomó el lugar como propio. Los residentes del barrio y estos artistas terminaron heredando el espacio y haciendo trabajos de murales y otras intervenciones para empujar el plan maestro hacia adelante.
Su oficina se basa en Nueva York, Ciudad de Guatemala y San José. ¿Puede explicarnos cómo funciona esto?
Mi pareja Inés y yo trabajamos para Renzo Piano en Genova, Italia. Sin embargo, al estar allí trabajamos, casi exclusivamente, en el nuevo edificio del museo Whitney en Nueva York. Entonces, inclusive antes de abrir nuestra propia oficina, hemos cultivado la habilidad de trabajar a distancia, separados del contexto espacial del proyecto. Esto ha sido una ventaja enorme ya que nos ha permitido ver el proyecto desde un punto de vista externo.
Estamos siempre muy interesados en entender cómo se hacen las cosas localmente. Entendemos que en realidad no hay substituto para este tipo de conocimiento. Como resultado de esto nuestros proyectos siempre ven el conocimiento local desde un punto de vista externo. No damos nada por hecho en la manera en la que alguien que está trabajando en su propio patio puede llegar a hacer.
Somos capaces de llegar a un lugar y trabajar de la mano de artesanos, arquitectos, estudiantes y diseñadores locales, entrando en un diálogo abierto con todas estas personas en busca de las mejores soluciones. Pienso que esto contribuye mucho a nuestra estética como estudio, a la que se le refiere a menudo como trabajo de retazos. Nos encanta esto, tratamos de implementarlo en la mayor medida posible por que creemos que nos permite incluir más voces. Queremos poner la arquitectura en tantas manos como nos sea posible.
¿Tienen un proceso particular para trabajar en contextos con los que no están familiarizados?
Hemos pensado mucho en lo que identificamos como las tres fases de trabajar de manera local. La primera es el enfoque de principiante, en el que al llegar a un lugar nuevo uno se ve de inmediato atraído a alguna característica que parece muy fresca y nueva pero para los locales es un truco viejo. Por ejemplo, la tradición textil en Guatemala es instantáneamente llamativa. Entonces, el instinto natural de un diseñador es tomar únicamente este aspecto y exagerarlo. Lo que lleva a mucho trabajo de diseño contemporáneo que destaca algún aspecto de artesanía tradicional. Eso, pienso yo, es una representación inauténtica del lugar que puede inclusive ser vista como una instancia de apropiación cultural.
Al madurar hemos llegado a lo que creo es un reflejo más completo del lugar. Ningún lugar está definido por únicamente una o dos corrientes de artesanía local o arquitectura vernacular. Nuestro proyecto del restaurante Madero, por ejemplo, trata de tomar el desorden de los países en desarrollo, en donde hay mucho desarrollo comercial y simultáneamente la pérdida de estilos de vida tradicionales.
Una vez logrado esto se comienza a entrar en la tercera fase de trabajar localmente que es comenzar a moldear la cultura. Es así como conceptualizamos la iniciativa de diseño y construcción, que tiene la posibilidad de unir un número ilimitado de participantes debido a que no hay clientes o presupuesto y en mucho casos los lugares del proyecto son zonas grises. Identificamos un espacio abierto en desuso, especulamos que podría estar allí y tomamos el acercamiento guerrilla: tocar puertas hasta conseguir resultados. Esto trae a muchas personas a las mesa.
¿Cómo describiría usted la escena arquitectónica en la Ciudad de Guatemala, y cómo piensa que su trabajo encaja dentro de este contexto?
Es sin duda una escena llena de talento en cuestiones de diseño, culinaria y arte. Solía haber un fenómeno grande de “brain-drain”: todo el mundo iba a la universidad en los Estados Unidos y trataba de quedarse allí. Ahora hay más posibilidades de que el talento retorne, debido a que hay menos obstáculos para que las personas hagan lo que les interesa.
Uno de los grandes problemas que nos llevaron a la iniciativa de diseño y construcción fue ver tantos jóvenes que no estaban encontrando maneras de sacarle provecho a lo que aprendían en la universidad. Muchas personas terminan trabajando en dibujos para el diseño de baños o en hacer modelos. Vemos esto como una pérdida de potencial enorme. En Guatemala, esas mismas personas pueden salir y hacer!
Esta entrevista fue editada, condensada y traducida.