Decolonizando el espacio público para reflejar una región en evolución

La colectiva artística Las Imaginistas reimagina el espacio público, el activismo y la planeación urbana.

Las Imaginistas abordan el espacio público como una obra de arte: Examinamos su construcción de la misma manera en que lo haríamos con un objeto, una performance o una intervención. La construcción del espacio público es una serie de eventos compartida que conduce a un comportamiento físico, espacial y temporal que refleja los valores de aquellos en el poder y entonces provee unas líneas rectoras, creando así los perímetros de la conducta de la identidad dentro de un área dada. La conducta puede, por supuesto, no tener precedentes o ser contraria a las intenciones circunscritas por el espacio público, pero el desempeño de estas contranarrativas requiere más energía y esfuerzo que aquellas que se prescriben. Las contranarrativas existen en oposición a la infraestructura que las contiene, así que su sobrevivencia requiere más ejercicio calórico. Por ejemplo, es más fácil aceptar la importancia de un líder confederado que tiene un monumento en el espacio público, que existir contra él, cuestionarlo, abogar por su remoción, o simplemente no simpatizar con él. Cualquier acción de resistencia consciente requiere más esfuerzo que la conformidad pasiva. La arquitectura del espacio público (que abarca el entorno construido, las políticas y el imaginario público o la conciencia colectiva) provee las líneas que se espera que rijan a los ocupantes.

Con estas ideas, Las Imaginistas se embarcaron en el proyecto Hacemos la ciudad. El programa involucró a habitantes que por lo regular eran excluidos (de manera intencional o por conveniencia) de los procesos de planificación: A lo largo de un año de actividades, colaboramos con más de 200 habitantes de Brownsville, usando estrategias artísticas de participación, con el fin de comprender sus visiones estéticas para remodelar el espacio público. El programa necesariamente utilizó estrategias de participación atípicas, ya que sabíamos que los caminos probados para la participación de la comunidad, en general, resultan muy automatizados para los habitantes. Usualmente se les involucra demasiado tarde, en demasiado poco, y sienten que sus opiniones se instrumentalizan como una manera de avanzar con los planes de desarrollo preexistentes.

Maqueta de Brownsville creada por Las Imaginistas en su proyecto Hacemos la ciudad. Crédito: Jesse Miller.
Maqueta de Brownsville creada por Las Imaginistas en su proyecto Hacemos la ciudad. Crédito: Jesse Miller.

En cambio, nuestro proyecto (inspirado en parte en el trabajo de James Rojas, urbanista y activista comunitario radicado en Los Ángeles) animó a los habitantes a hacer reflexiones y representaciones profundas sobre sus anhelos, mientras imaginaban un futuro decolonizado para su ciudad fronteriza y su articulación con el espacio público. El proyecto invitó a los habitantes a bailar acerca del futuro de la vivienda equitativa y a cantarle a la equidad de género. Usamos estrategias de investigación basadas en las artes para analizar el contenido producido por los participantes, luego presentamos los hallazgos tanto al público como a la ciudad, en una serie de recomendaciones para el futuro.

Las prioridades que surgieron se dividieron en tres categorías principales:

1. Desmilitarización de la región.

2. Ampliación de la infraestructura para apoyar el desarrollo cultural, específicamente para jóvenes de bajos ingresos o con estatus migratorio mixto, y para reforzar la comprensión regional de la opresión racial sistémica.

3. Aumento de recursos públicos, incluyendo infraestructura para la salud, vivienda y parques públicos.

Los detalles de este esbozo para una Brownsville más equitativa están matizados por su posición como ciudad fronteriza; de cualquier manera, a grandes rasgos, los intereses de nuestra comunidad se alinean con lo que casi todas las comunidades sistemáticamente oprimidas han estado defendiendo por generaciones: una mejor infraestructura para la equidad.

Las ciudades son sistemas de opresión insostenibles y cada vez más peligrosos. Son organismos construidos para contar las historias del opresor y para manejar las válvulas del desequilibrio del poder, con la finalidad de asegurar que la resistencia pueda ser controlada. Las ciudades hablan su lenguaje de gestión mediante monumentos públicos, códigos habitacionales, anchuras de calles y normas basadas en raza y género. Entonces, ¿cómo manejar una transición hacia futuros más equitativos cuando la estructura de la inequidad está codificada en nuestros ejes socioespaciales?

Taller de Hacemos la ciudad. Crédito: cortesía de Las Imaginistas.

Construir un futuro sostenible requerirá vivir en convergencia con la tierra, pero también requerirá reflexionar sobre las historias coloniales que, en primer lugar, provocaron una vida insostenible: Uno de nuestros hallazgos clave, con Hacemos la ciudad, fue que los habitantes sienten que les robaron la posibilidad de entender cómo la colonización y la militarización han conformado las narrativas que fueron construidas en el espacio público. Después de uno de nuestros eventos, una participante se sentó afuera, sola y callada. Uno de los miembros de nuestro grupo se acercó y le preguntó si estaba bien. Ella nos miró, casi llorando, y dijo: “He vivido aquí mi vida entera y nunca me enteré de estas historias. Todos deberían enterarse. No puedo creer lo que ha pasado aquí.”

La historia del establecimiento de la frontera entre Estados Unidos y México (y de nuestra nación entera) es en extremo violenta y trágica. Sin embargo, uno puede ir fácilmente por la vida sin exponerse a estas narrativas: son secretos espaciales. Sus agendas nos son susurradas por la infraestructura que queda: el muro fronterizo; las ciudades nombradas en memoria de capitanes militares responsables de genocidio; el encarcelamiento de humanos en busca de asilo.

El futuro del espacio público y la equidad requiere saneamiento y resarcimiento espacial. No podemos avanzar sin reconocer espacialmente nuestro pasado. En lugar de preguntarnos qué es el espacio público o cómo puede tener más éxito, debemos preguntarnos cómo se produce nuestro espacio público y si ésos son los mecanismos que mejor nos conducirán a futuros libres.

Biographies

Las Imaginistas

son una colectiva artística socialmente comprometida que trabaja para decolonizar el espacio público, liberar el imaginario colectivo y disolver las fronteras, tanto reales como imaginarias. El grupo, actualmente integrado por Rubén Garza, Bere Cruz Márquez y Christina María Xochitlzihuatl Patiño Houle, tiene su base a lo largo del delta del Río Bravo en el territorio de Estok Gna. Las Imaginistas recibieron el premio ArtPlace America National Creative Placemaking (2018) y la beca A Blade of Grass (2018). Su proyecto Fronteras como aguacuenta con el apoyo del Race Forward Immigrant Butterfly Lab (2020) y una subvención de la NALAC Catalyst for Change Racial Justice (2020). Los textos del grupo se han presentado como parte de la iniciativa Creative Futures de la Fundación Ford y en la publicación Shelterforce, y han sido incluidos en la Public Art Review y en el podcast VISITINGS de Alan Nakagawa. Las Imaginistas han presentado ampliamente su trabajo en conferencias sobre espacios colaborativos y planeación urbana.

Traducción del inglés al español por Julia Cabrera. Corrección de estilo en español por Beatriz Stellino.

Los puntos de vista aquí expresados son únicamente de los autores y no reflejan la posición de The Architectural League of New York.